martes, 12 de abril de 2011

La rubia que no quiere ron

El culebrón del verano

Cuando llega la época de renovar autoridades en las instancias locales y regionales cabría pensar que las grandes organizaciones políticas (las que actúan principalmetne en ámbito estatal) tienen sus cuitas más o menos resueltas. Mucho más si los resultados no sufren grandes variaciones en las dos citas anteriores (y hablamos del partido ganador).
No parece ser el caso del PP valenciano, especialmente en lo referido a la provincia de Alicante, la que ha ganado más importancia en términos demográficos pero germen primario del zaplanismo, luego transmutado a ripollismo, y que en todo caso actúa como forúnculo mal situado para la corriente “oficialista” del campsismo.

Una designación que se hizo esperar, como todas las “rubias”

La reciente confirmación de la lista alicantina ha reanimado los enconos internos que la formación conservadora pretende ocultar (pero no puede). Mientras arrecian las declaraciones cruzadas y que desde Génova terminarán pacificando “porque aquí estamos para otra cosa...”, podemos remitirnos a la cabeza de lista municipal de la capital.

Ya puede hablarse entonces de Castedo como Sonia, la Designada. Y se nota en su discurso, ya no tan huidizo y ambiguo, y también en una página de FB, presuntamente “abierta a todos”, en la que se nota que el equipo de NNGG a ella asignado ha trabajado día y noche para eliminar fotos dudosas y visitantes molestos. Por “molesto” debe entenderse cualquier comentario que resulte más crítico que “Sonia, llegaste tarde al acto” (aparente máximo nivel de crítica admitido).

Esta lucense afincada de niña en Alicante representó en 1991 a una humilde Foguera (Princesa Mercedes) como Belleza adulta y terminó su carrera universitaria de Sociología.

En 1993 se afilia al PP a través de NNGG (Nuevas Generaciones). Algo le habrían anticipado ya que ese mismo año Zaplana asumía la alcaldía de Benidorm tras una moción de censura que prosperó gracias a una tránsfuga del PSOE.

A los dos años entra como apoyo técnico (¿chica de las fotocopias?) en el gabinete de prensa municipal cuando el PP gana el Ayuntamiento alicantino con Díaz Alperi a la cabeza. El partido necesitaba carne fresca para renovar miles de puestos en toda la región y ella tenía la edad, la formación y el carnet apropiados.

También algo habrá visto en ella Alperi porque se convirtió, progresivamente, en su delfina. El ascenso se da como concejala de Turismo, de Urbanismo (ooops!!) y ya como primera teniente de Alcalde en 2007, como escudera de la huída de Alperi hacia las Cortes como aforado (una práctica últimamente habitual en dicha formación) a pocos meses de haber sido reelecto tras varias imputaciones pero esta vez con investigaciones patrimoniales concretas ordenadas por vía judicial.

Es así como, en una movida más preparada que repentina, Sonia accede a la cabeza del Ayuntamiento de Alicante, una capital provincial postergada como pocas para su tamaño y ubicación geográfica. Allí surge la sonriente lucense a mostrar otras cualidades, las necesarias para timonear un Gobierno endeudado y que mantuvo el poder por menos de 500 votos, hasta las próximas elecciones (las que tocan en menos de 45 días).

No modificó mayormente la estrategia alperiana aunque sí se notó su mejor “savoir faire” en comparación con el tosco Alperi, manifestado a través de su don de gentes, su aún atractiva figura (aunque tempranamente rendido su pelo al color “rubio técnico”) y un estilo oratorio muy caro por estas tierras, ya que aplica una ostentosidad declamatoria a prácticamente cualquier frase que pronuncia.

Al respecto, sugerimos leer (o releer) el artículo que Manuel Alcaraz le dedica en una reciente edición dominical (27-3-11) del diario Información. Simplemente recopila sensaciones y percepciones que tienen muchos ciudadanos alicantinos. (fin 1º capítulo; cap. 2: “La choni que quiso ayudar”; cap. 3: "Lo que diga el jefe")

Fanelli

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